
Fuego Sagrado que todo lo ves
antes de que aparezca en la existencia física.
Fuego paridor
que atraes formas sutiles
para que tomen cuerpo denso
y se transformen en palpables y amables
para los amantes acostumbrados a tocar y desear.
¡Ay de los que vemos del otro lado como tú!
¡Ay de los que hablamos tu lenguaje voraz!
Ígneos. Solitarios. Inconstantes.
Aquí nadie nos comprende.
Y allí no podemos quedarnos;
sólo experimentar atisbos de permanencia,
espiamos por las pequeñísimas hendijas
que se abren en la madera roja, incandescente;
crujiente brasa que nos insita a ver, o al menos,
intentar ver, lo está más allá, cruzando el puente de la materia...
Ese olor a nostalgia pura,
a extrañar lo anhelado,
lo que no tiene nombre,
lo que está del otro lado.
Fuego Sagrado,
llama perpetua del cambio eterno,
una mujer te enciende y te cuida;
una hembra te encenderá y te cuidará siempre,
(como ha sido desde el comienzo de los tiempos)
Fuego Sagrado de la vida,
de la transformación,
del alimento,
del amor hecho pan,
del barro hecho vasija,
del calor hecho encuentro,
del encuentro hecho sexo,
del sexo hecho alquimia,
para que una vez más,
el misterio de la Creación sea manifestado en la Tierra.
Tú eres la puerta, conector lumínico entre ambos mundos.
Fuego sagrado,
llama vital,
chispa inquietante que despiertas lo dormido,
-una mujer te invoca sin miedo-
© 2007 by Orquídea