lunes, 24 de marzo de 2008

MEMORIA

Me desvisto del vestido que la noche me ha brindado
descascaro mi sordera,
mi egoísmo
-sin cuidado-

Deshollo mis pieles gruesas hasta quedar descubierta...
sólo un finísimo velo cubre mi desnudez.
Y por un instante me siento cobijada bajo su tenue textura...
Pero en mi tierra las lágrimas están brotando...
no hay refugio conocido para el que está despertando.
La sangre habla y relata
denuncia y clama justicia
no hay fantasmas, sino luchas,
esperanzas y vigilias.

En el silencio profundo se abre la boca del viento
y su lengua enfurecida gesta palabras y voces
que desprenden lo adherido, que descosen las heridas,
las cicatrices se secan y caen- de golpe- al suelo vacío.
El suelo se llena de huecos que la tormenta llena con gritos indescriptibles.
Cuerpos amordazados se levantan de sus tumbas
muertos anónimos enterrados en las sombras
y cada uno levanta su digno nombre
alzándolo hacia la luz del día.

La memoria es un caldero que arde pero no olvida
se transforma, se evapora, pero se aferra a la vida.
La manada es una sola y olfatea las ausencias
que son muchas, que son tantas, y que brillan en presencias.
Los ausentes andan sueltos,
entre puertas
y zaguanes,
siluetas aparecidas,
como guías y guardianes
pulsando como semillas,
fieles luces del sendero.
espíritus,
almas,
dones,
compañeros ...

Mi carruaje se ha averiado.
Mi ropaje se ha caído.
Y como una pordiosera
canto y celebro que vivo.
Soy una más en mis pagos
y me sumo al laberinto.
Entraremos
Buscaremos
hasta curar nuestro nido.
El refugio no es distancia.
La libertad no es olvido.



© 2008 by Orquídea

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